El suelo que quema

Las minas enterradas durante la guerra del Sahara constituyen un peligro latente para la población saharaui

Se calcula que a lo largo del Muro hay sepultados cerca de diez millones de estos artefactos













Un grupo de desactivadores de minas camina en fila sobre un terreno peligroso en las inmediaciones de la ciudad de Tifariti, con pocos medios y mucha experiencia y cautela

ES una sensación aterradora. Cuando el suelo que pisas, la plataforma sobre la que te mueves, cuando tu hábitat entero se vuelve inestable y peligroso, tu vida se convierte en una lotería macabra que en el mejor de los casos puede conducirte a un estado de esquizofrenia permanente. En el Sahara miles de personas viven atenazadas por esa amenaza silenciosa y subterránea, y unas pocas decenas se dedican en cuerpo y alma a erradicarla: son los equipos de desactivadores.

Desde que se produjo la primera víctima de minas, allá por el mes de noviembre de 1975 (coincidiendo con la invasión marroquí), la cifra de muertos y heridos que han cosechado estos artilugios no ha parado de crecer. Desde el alto el fuego 44 personas han caído víctimas de estas trampas subterráneas e impredecibles.

Nadie conoce el número exacto de minas que se han sembrado a lo largo del Muro defensivo que el Ejército marroquí construyó en los años 80. Mientras algunos estudios hablan de cien mil unidades, los menos optimistas (entre ellos expertos del Pentágono -EE.UU.-) elevan esa cifra hasta los diez millones. Así, algunas ONG sitúan al país africano dentro del Top Ten de los países más contaminados por este tipo de explosivos, compitiendo con territorios como Egipto, Irán, Irak, Afganistán, Camboya, Angola o Bosnia-Herzegovina.

Según un reciente estudio se calcula que en el Sahara se pueden contar más de 53 modelos de minas antitanque y antipersona, una suma que representa casi el 20% de todos los tipos y modelos de minas conocidos en toda la historia de la humanidad. La mayoría de las minas que se esconden en suelo saharaui proceden de Italia, Bélgica y Francia, aunque no son los únicos proveedores (España también se encuentra entre ellos).

Sudor frío

El que destilan los desactivadores de minas no es un sudor normal. Lo descubre Mata Mulana Sidi, que lleva cuatro años como coordinador de una de las cuatro brigadas que trabajan en la desactivación de minas en los territorios liberados por el Polisario, a unos 18 kilómetros del Muro marroquí. "Con el calor del verano este trabajo se hace insoportable. El sudor normal es caliente, pero hay veces que te das cuenta de que el sudor que te sale es frío, supongo que por la tensión", asegura el militar haciendo gala de un perfecto español.

Sidi trabaja para Landmine Action, una ONG británica que desde 2006 está tratando de desminar uno de los desiertos más duros e imprevisibles de la Tierra. "Es terrible, no sabemos cuántas minas hay enterradas aquí, aunque tenemos algunos estudios bastante rigurosos realizados durante los últimos años. Pero en algunos lugares sirven de poco, porque con las lluvias y con el viento las dunas cambian de sitio, y con ellas las minas. Nuestros mejores detectores son los nómadas y los animales que van con ellos", se lamenta.

Sidi es el encargado de desminar la Región de Tifariti, una pequeña aldea perdida en el desierto que dista 500 kilómetros de los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). Tifariti es un lugar histórico para los saharauis. Allí se libró uno de los combates más encarnizados de la pasada guerra, allí recalaron los primeros refugiados que huían de la ofensiva marroquí, y ahí quieren volver cuando el conflicto acabe. Es la tierra que dejaron atrás, el anhelo perenne de todos los saharauis.

Sidi cuenta con un equipo de once personas para llevar a cabo su peligrosa labor; tiene a su cargo ocho operadores (dos son mujeres), un conductor, un adjunto y un médico, todos militares o ex militares. En los últimos cuatro años han limpiado 80.000 metros cuadrados de tierra, un área diez veces mayor que toda la Comunidad Autónoma Vasca. El trabajo es arduo, lento y peligroso: "Avanzamos poco y siempre vamos protegidos por un chaleco, que es más un efecto placebo que otra cosa, porque si una de esas minas te revienta mientras la estás manipulando... Pueden alcanzar un radio de hasta cien metros. Imagínate. Poco se puede hacer. Afortunadamente no hemos tenido que lamentar víctimas en estos cuatro años, porque las medidas de seguridad son extremas".

Así es. Las áreas "contaminadas" se marcan con cuerdas y con estacas de colores, en función de su peligrosidad. Después se van localizando las minas o las bombas y en la tercera fase se destruyen o desactivan. "Algunas no podemos desactivarlas y les colocamos una carga explosiva que las destruye", explica el militar.

Los operadores trabajan embutidos en un pesado chaleco azul y para proteger la cabeza se calzan un casco blanco. De todos modos la camilla roja que yace junto a los desactivadores no deja de ser un elemento inquietante. "El hospital de Tifariti está a dos horas y media de aquí, y si alguien resulta herido hay que atenderle de inmediato", aclara el máximo responsable del campamento, "por eso llevamos con nosotros un médico y material suficiente como para atender a un herido de inmediato".

El primer error es el último

"Ahora vamos a caminar en fila india. No toquéis nada y si algo explota, no os mováis". Las indicaciones de Mulana Sidi no tranquilizan a nadie y son fiel reflejo del peligro que corren estas personas a diario. "En nuestro grupo no hemos tenido accidentes, y mejor así, porque en este lugar el primer error puede ser el último", relata el militar, con el gesto apagado de quien ya lo ha visto casi todo. Y añade: "Todos los años sabemos de algún incidente, y nosotros tenemos que trabajar para que esto acabe. Estamos orgullosos de servir a nuestro país. Algún día volveremos a esta tierra y para entonces queremos que todo esté limpio, para que nuestro pueblo no corra más peligro y no sufra más de lo que ya ha tenido que sufrir".

Lo que les queda es mucho, pero están preparados para afrontar la ingente tarea: "El desierto está lleno de chatarra, y limpiarlo todo nos va a llevar decenios. Piensa que nosotros podemos limpiar un área de unos 25 metros cuadrados cada hora. Eso para las bombas, pero si lo que estamos tratando de desactivar son minas, el trabajo se ralentiza y necesitamos un día entero para ese mismo espacio. A veces no es una bomba, es otro objeto metálico, pero hay que tratarlo como si fuera una bomba y cada acción requiere de mucho tiempo", describe Sidi.

Los miembros del equipo de Tifariti trabajan durante dos meses seguidos, de lunes a domingo, ocho horas al día, y después descansan dos semanas, tiempo que aprovechan para visitar a sus familias, que se encuentran desperdigadas en los campamentos de Tinduf. Sidi está deseando volver junto a su mujer, que no ve con buenos ojos el trabajo de su marido. "Prefiero no hablar de eso", espeta el militar saharaui mientras camina sobre el suelo de pizarra, siempre con la cabeza gacha y el gesto achinado de quien busca fantasmas entre las piedras.
fuente :deia .com

La (CIA) "Agencia Central de Inteligencia" advirtió en una carta que envió a la Casa Blanca contra la carrera armamentista en Marruecos

En una carta urgente enviada a la Casa Blanca acerca de la cuestión relacionada con el eje Marruecos-Argelia-España. La CIA advirtió que Marruecos ha puesto en alerta a sus fuerzas en el sur de Marruecos, que están listos para llevar un ataque militar contra el Frente Polisario en cualquier momento, en caso de que éste intentara llevar a cabo cualquier acción en contra de Marruecos. Según la información disponible a la CIA, Marruecos, incluso estaría dispuesto a continuar contra el Frente Polisario en territorio argelino soberano.

Según esta fuente, altos funcionarios marroquíes han solicitado al Estado Mayor la hoja de ruta Real de las Fuerzas Armadas en el escenario de esta operación y sus posibles consecuencias. La CIA ha puesto de relieve, por otra parte, el gran número de contratos de armas firmados por el Majzen que atrae la atención y da que pensar. El envío de esta correspondencia se produce en un momento en que Marruecos arremete contra todo lo que incluye Argelia, el Frente Polisario, España, el Parlamento Europeo y varias organizaciones humanitarias como Human Rights Watch que denunció las masacres cometidas por el ejército marroquí en el Sáhara Occidental. Marruecos se ha ocupado de enviar a sus asociaciones y los partidos políticos a las calles para protestar en contra de la posición internacional, que quiere resolver este caso de la colonización del Sáhara Occidental. Este último también quiere frenar la demanda legítima del pueblo saharaui a la libre determinación. El mapeo de la CIA se produce tras el testimonio de varios funcionarios marroquíes que confesaron que Marruecos ha aumentado el presupuesto para el ejército. En efecto, 9500000000 dirhams marroquíes han sido asignados a la adquisición de equipo y suministros militares, y más de 10 millones de dirhams para la construcción de nuevas bases militares, la rehabilitación de los cuarteles y escuelas militares, y más modernización de los hospitales militares. Además, el Majzen no oculta el hecho de que su carrera de armamentos está relacionada con los últimos acontecimientos sobre la cuestión del Sáhara Occidental. Mientras que la CIA advirtió sobre una posible guerra, voces se elevan en Marruecos y destacó que Marruecos está dispuesto a enfrentar cualquier eventualidad. Recordando además que Marruecos ha firmado un contrato para comprar 24 aviones de combate F EE.UU. 16 para un valor cero 233, $ 6 millones. Otro contrato fue firmado para la adquisición de aviones tipo C Spartan 27 J por 130 millones de euros. Haciendo hincapié en el mismo contexto que el ejército marroquí, tiene 48 tanques rusos T-tipo 72, 300 tanques de EE.UU. tipo M 60, y más de 440 blindados de transporte de tropas tipo M 113.
fuente:saharalibre