Por :CARLOS BENÍTEZ VILLODRES
El Gobierno alauíta se niega a acoger inmigrantes subsaharianos en su país. La policía marroquí lleva a cabo, asiduamente, violentas redadas en los pueblos y en los barrios pobres de la periferia de las ciudades del reino, con el único objetivo de atrapar, sin ninguna explicación razonable, a los inmigrantes y refugiados para dejarlos posteriormente abandonados en pleno desierto sin nada de nada. Sólo el hambre, el frío y la lluvia les acompañan.
Entre los detenidos hay siempre bebés, niños, mujeres, incluso embarazadas, y ancianos, así como personas que intentan solicitar asilo político en este país del Magreb. Además, a las personas enfermas se les prohíbe que lleven, con ellas, la medicación que tengan prescrita.
Cuando son apresados, ni siquiera se les permite que cojan sus más indispensables pertenencias, y cuando estas detenciones se hacen de noche muchos de ellos tienen que marchar en ropa interior.
Autobuses repletos de inmigrantes y refugiados, custodiados por el ejército, cruzan de noche por distintos puntos la frontera entre Marruecos y Argelia (desierto) y en medio de ninguna parte los abandonan. Precisamente en estos lugares “de esta tierra de nadie” no tienen cobertura los teléfonos móviles. Además, un sinnúmero de agentes de la policía especial marroquí impide constantemente, bloqueando cualquier vía de comunicación, que miembros de distintas ONGs, llegados expresamente a Oujda para contactar con los deportados, puedan hacerlo.
Hay temores más que sobrados sobre estos arrestos y abandonos, ya que se consideran el comienzo de una campaña de deportación masiva adentro del desierto, pues, incluso Argelia, rechaza a estas personas que sólo buscan vivir dignamente algún día, porque en sus países respectivos la lucha diaria es para sobrevivir.
Obviamente, estas redadas son a nivel nacional, y planeadas de antemano por las autoridades y policía marroquíes. A veces varias organizaciones humanitarias, incluyendo Attac, la Asociación Beni Snassen por la Cultura, el Desarrollo y la Solidaridad, Médicos Sin Fronteras, CEI y AMDH, se las ingenian, aunque no sin dificultades, para “burlar” los controles policiales y así proveer de primeros auxilios, de mantas y comida caliente a los subsaharianos detenidos y abandonados. En otras ocasiones, las caravanas de defensores de los Derechos Humanos son asaltadas por la policía, en el camino a Oujda, y sus componentes son deportados a la frontera con Argelia.
Se está llevando a cabo una “guerra mediática” en Marruecos entre las autoridades y las ONGs que apoyan a los inmigrantes. De acuerdo con el Consejo de Inmigrantes Subsaharianos en Marruecos, cada vez que éstos tratan de informar al público internacional acerca de las violaciones a los Derechos Humanos, las autoridades alegan que los inmigrantes “ilegales” atacan cada vez que se lo proponen las vallas de Ceuta y Melilla. Obviamente esto es una excusa para las detenciones y deportaciones.
Ante este panorama desolador e injusto, en definitiva, inhumano, ¿qué garantías puede ofrecer Marruecos a la Unión Europea (UE) respecto al cumplimiento de los Derechos Humanos en su territorio? Ninguna.
Actualmente hay más de un centenar de personas, “en esa tierra de nadie”, en medio del desierto, de las que no se ha vuelto a saber nada de ellas. ¿Qué manifiestan la UE y en general la Comunidad Internacional sobre estas desapariciones? Nada.
La UE permanece en actitud pasiva ante las declaraciones de las autoridades marroquíes, que afirman que las detenciones y el posterior envío a la frontera con Argelia son una respuesta a las peticiones de cooperación de la UE para combatir la inmigración irregular.
Ante las patrañas y la impasibilidad de los dirigentes de la UE y del resto de la Comunidad Internacional, el Gobierno marroquí, con el beneplácito de Muhammad VI, continúa incumpliendo, pisoteando, los Derechos Humanos desde el primero al último. Esta es la cruel realidad de innumerables personas que anhelan vivir con dignidad.
fuente :diariolatorre.e