Ante la no aplicación de las resoluciones de la ONU, la impotencia del pueblo saharaui crece a ambos lados del Muro de la Vergüenza y ya se oyen voces que reclaman la vuelta a las armas .
En octubre de 1975 Marruecos invadió a sangre y fuego el Sáhara Occidental, obligando a miles de personas a huir al desierto mientras eran perseguidas y bombardeadas con napalm, fósforo blanco y bombas de fragmentación. 35 años después, todavía hoy, esta zona continúa siendo uno de los territorios no autónomos bajo supervisión de la ONU, ya que su proceso de descolonización fue interrumpido en 1976 por la ocupación marroquí.
Los organismos internacionales no han logrado que el reino alauita cumpla con la multitud de resoluciones que le obligan a dar curso a un proceso de autodeterminación. Su territorio continúa ocupado casi en su totalidad por Marruecos -salvo los territorios liberados, como las localidades de Tifariti, Bir Lehlu, Zug, Agüenit… que son administrados por el Gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD)- ante la pasividad de la comunidad internacional, representada por una MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum en el Sahara Occidental) que mira para otro lado cuando se producen detenciones arbitrarias, desapariciones y torturas a diario. Mientras, la espera pacífica de la población saharaui se torna en hastío y desde los campos de refugiados empiezan a oírse llamamientos a retomar la lucha armada.
muro de la vergüenza
2.270 kilómetros
Poco importa que la Corte Internacional de Justicia, órgano judicial principal de las Naciones Unidas, en su dictamen sobre el Sáhara Occidental (1975) considerara aplicable la Resolución 1514 de la Asamblea General a la descolonización de ese territorio y, en particular, el principio de autodeterminación del pueblo saharaui. Desde entonces, la ONU -tanto el Consejo como la Asamblea- ha adoptado decenas de resoluciones sobre el Sáhara Occidental reconociendo el derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación, sin que ninguna de ellas haya tenido efecto.
Para ello han unido sus esfuerzos Francia y Estados Unidos, con el silencio cómplice del resto de los estados europeos. El Sáhara Occidental tiene una doble naturaleza jurídica internacional: es un "territorio no autónomo", pero también es un "territorio ocupado militarmente" y por ello debe quedar sometido a los parámetros jurídicos del Derecho Internacional Humanitario y a la aplicación del IV Convenio de Ginebra. Pero para Marruecos -el segundo país del mundo en incumplir resoluciones de la ONU, sólo superado por Israel- estos compromisos diplomáticos son papel mojado.
En la actualidad, el pueblo saharaui vive dividido entre los Campamentos de refugiadas y refugiados en la hamada argelina, al lado de Tindouf, y los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Lo divide el Muro de la Vergüenza construido por Marruecos que tiene 2.720 kilómetros y está protegido por más de 160.000 soldados armados, 240 baterías de artillería, más de 20.000 km de alambre de espinos, miles de vehículos blindados y millones de minas antipersona prohibidas por las convenciones internacionales.
Este muro es una gran muralla militar que divide de norte a sur a todo un pueblo convirtiendo los territorios ocupados, que se encuentran a tan sólo 100 km de Europa, en una cárcel gigante. Miles de hombres y mujeres sometidos a un estado de sitio, más parecido a un auténtico apartheid. El régimen alauita en los territorios ocupados tiene desplegados miles de militares y policías en las ciudades, barrios, escuelas e institutos para controlar las calles, allanar viviendas e imponer un clima de terror y de miedo. Se detiene y tortura a las y los saharauis y se producen juicios sumarios sin garantías judiciales y con condenas largas e injustas.
violación de derechos
Ausente en los medios
La violación de los Derechos Humanos en los territorios ocupados por el régimen marroquí es el pan de cada día. Si en un primer momento de la ocupación este pueblo fue sometido a un genocidio en toda regla, hoy persisten las desapariciones de activistas, las detenciones arbitrarias, la tortura o la falta de garantías ante la Policía y ante los tribunales, mientras continúa la persecución con juicios penales de marcado perfil político contra líderes saharauis y defensores de los derechos humanos. Sin embargo, es una realidad que está ausente de los medios de comunicación, que tampoco se hacen eco de las huelgas de hambre que están llevando a cabo los presos políticos saharauis, ni del paradero de las más de 500 personas desaparecidas, ni de las 151 prisioneras de guerra. Ni del provocado desempleo de la población saharaui, que les lleva vivir en la pobreza.
La organización Human Rights Watch (HRW) ha legitimado las denuncias de violación de los Derechos Humanos de las y los saharauis. En un Informe sin medias tintas, afirmó que en el Sáhara Occidental se reprimen habitualmente la libertad de expresión y el derecho a la libertad de reunión y asociación de quienes defienden la autodeterminación del pueblo saharaui y sus derechos humanos. "Las fuerzas de seguridad detienen arbitrariamente a manifestantes y presuntos activistas saharauis a los que golpean, torturan y obligan a firmar confesiones policiales incriminatorias, todo ello con virtual impunidad; y los tribunales los condenan y envían a prisión mediante procesos injustos". El informe tiene una gran importancia por su rigor y por la solvencia de la ONG internacional de la que nace, pero también porque los intentos de poner negro sobre blanco la posible violación de derechos humanos en este conflicto son escasos ya que suelen ser torpedeados.
Y es que, cuando se habla del régimen marroquí, hay que olvidarse de hacer análisis con mentalidad occidental. Hay que partir de la base de que Mohamed VI gobierna su país con planteamientos más propios de la Edad Media. Es soberano absoluto de todo lo que acontece en este territorio. En Marruecos se obtiene la ciudadanía mientras a la persona se le considere súbdita del Rey, de lo contrario, su suerte siempre será adversa. En especial, además, si se es saharaui, un pueblo que ni antes ni ahora se ha considerado súbdito del monarca alauita. De hecho, la integridad territorial que tanto defiende el régimen marroquí no tiene ningún valor para el pueblo saharaui. Como dice el líder saharaui Bachir Ahmed Omar "no somos marroquíes, somos saharauis. Si lo que pretenden es que reconozcamos que el Sáhara Occidental, nuestro país, es parte de Marruecos van por el camino equivocado. Aunque los voceros del régimen defienden la marroquinidad del Sáhara, mienten. Ni la misma comunidad internacional reconoce la soberanía marroquí sobre el territorio y hay cientos de documentos que lo certifican. Las resoluciones de la ONU hablan de territorio no autónomo pendiente de descolonización. Queda claro que la última palabra la tiene el pueblo saharaui, es solo él quien debe decidir su futuro". "Ya el Tribunal Internacional lo certificó en 1975 -prosigue Ahmed Omar- el Sáhara Occidental nunca formó parte del reino de Marruecos ni del conjunto mauritano, por lo que nada impide el derecho de autodeterminación de este pueblo. Y los saharauis sabemos que en la historia de nuestro pueblo nuestros antepasados nunca rindieron pleitesía a los sultanes de Marruecos. No es nuestro país y lo decimos claramente". "Acusamos a Marruecos de ocupar nuestro territorio, de construir un muro que divide nuestro país, de perseguir y torturar a nuestros ciudadanos, de encarcelar impunemente a nuestra juventud, de reprimir cualquier acto de protesta, de indocumentar a los activistas pro derechos humanos, de expoliar nuestras riquezas, de trasladar colonos hacia nuestras ciudades, de expulsar a saharauis de renombre internacional, de prohibir la visita de delegaciones internacionales, de no permitir el trabajo de los periodistas no afines al régimen… ", afirma Omar.
La resistencia pacífica de la población saharaui en los territorios ocupados por Marruecos, y el esfuerzo de supervivencia y cohesión en los campamentos y en las zonas liberadas parecen avalar sus palabras y demuestran la determinación que aún se mantiene firme entre los saharauis por defender su independencia.
No obstante, tras 35 años de espera a las soluciones diplomáticas, la paciencia de este pueblo se está agotando. La ONU acaba de adoptar una decisión por la que se rebajan las competencias de tutela de los derechos humanos de la ya por si incompetente MINURSO y cada vez son más las voces saharauis que claman ante su Gobierno por la vuelta a las armas para resolver el conflicto. Nadie quiere que esto suceda. Sin embargo, tampoco nadie podrá hacer responsable al pueblo saharaui de lo que sería una tragedia anunciada, tras años de espera pacífica y confianza en la negociación auspiciada por la ONU.
fuente :noticiasdeguipozkoa.com